lunes, 13 de febrero de 2012

ELECTROLITOS




Los electrolitos son sustancias imprescindibles para el equilibrio de los seres vivos, y su carencia induce trastornos y anomalías que ocasionan cambios bioquímicos, los cuales desaparecen cuando se aporta el nutriente.
Sus funciones en el organismo humano  son estructurales y reguladoras. Constituyen tejidos como el hueso y los dientes, regulan la transmisión neuromuscular, la permeabilidad de las membranas celulares, el balance hidroelectrolítico y el equilibrio ácido-base. También intervienen como cofactores de enzimas, regulando el metabolismo. Por estas razones, es vital para un individuo mantener una concentración normal de electrolitos en los líquidos corporales. Suponen de 4 % a 5 % del peso corporal total, es decir, 2,8 kg para un hombre de 70 kg.
Clasificación y fuentes
Se clasifican de acuerdo con las cantidades requeridas para el organismo: si necesitamos más de 100 mg/día, se denominan macrominerales, entre ellos, calcio, magnesio, fósforo, sodio, potasio, azufre y cloro; y si solo precisamos de pequeñas cantidades, son microminerales, que se conocen como oligoelementos o elementos traza, tales como el hierro, yodo, cinc, cobre, selenio, manganeso, cromo, cobalto y flúor.
Sus fuentes alimentarias son muchas y variadas, pero ningún alimento posee todos los minerales en cantidades tales que permita que la ingestión de unos pocos satisfagan las necesidades del individuo. En la biodisponibilidad del mineral, es decir, en la porción que es posible utilizar de la cantidad total ingerida, influyen muchas razones: cuantía y forma de presentación, otros nutrientes ingeridos, proceso culinario, edad, etcétera.
Macrominerales
Calcio: muy abundante en el organismo, que constituye 2 % del peso corporal. Se encuentra especialmente en huesos, tejidos duros y dientes. Es vital para el funcionamiento de los nervios, la contracción muscular, y en conjunción con la vitamina K es necesario para la circulación de la sangre y la curación de heridas. Requiere la presencia del fósforo, ya que sin él experimentaría una sobrecarga y no llegaría a fijarse en el organismo. Lo encontramos en la leche y sus derivados, cítricos, algas, judías, nabos, berros, lechuga, yema de huevo, zanahoria.
 Magnesio: lo encontramos en las células de los huesos y en los tejidos blandos (músculos, vísceras, piel, sistema cerebral). En cada músculo, el calcio y el magnesio se complementan. En casos de trastornos circulatorios y cardiacos disminuye la excitabilidad del miocardio. Ayuda al potasio a ingresar en el interior de la célula, donde ambos ocupan un lugar fundamental. La vitamina D favorece la absorción de este mineral. Combate los efectos del estrés y los ataques epilépticos. Se halla en vegetales de hoja verde, ciruelas, plátanos, lentejas, productos lácteos, azúcar prieta, cacao y semillas de soya.
Fósforo es una sal mineral muy importante, pues participa en las reacciones químicas del organismo, al intervenir en el almacenamiento y liberación de energía a las células. Es necesario junto a la vitamina D y al calcio para el desarrollo y mantenimiento del esqueleto y los dientes. Su deficiencia es muy rara ya que está presente en casi todos los alimentos: espinacas, berro, ciruelas, huevos, leche, nueces, judías, lentejas, setas, tubérculos (papas, boniatos), etcétera.
Potasio: junto al sodio, es esencial para la regulación del equilibrio hídrico y la actividad nerviosa y muscular del organismo. Potencia la actividad del riñón en la eliminación de toxinas, ayuda a mantener un ritmo cardiaco adecuado y una presión arterial normal. Su equilibrio se regula en los riñones y es necesario para todo tipo de actividad neuromuscular. Oxigena los tejidos, limpia el aparato digestivo al eliminar los ácidos. Se encuentra en las legumbres vegetales de hoja verde, plátanos, fruta cítrica, papas, apio, judías, zanahorias.
Sodio: es una de las sustancias más importantes en los líquidos corporales, al participar en el equilibrio hídrico del organismo. Es esencial para el buen funcionamiento de músculos y nervios. Trabaja en combinación con el potasio para mantener el agua y los ácidos en sus balances correctos en el cuerpo. Se encuentra en la sal de mesa, queso, apio, zanahoria, pan, perejil, verduras verdes, lentejas, frutos secos.
Cloro: se asocia habitualmente con el sodio, tanto en los alimentos como en los líquidos corporales. Los riñones regulan el nivel de cloro para mantener el equilibrio ácido-base. Se presenta en altas concentraciones en el estómago en forma de ácido clorhídrico y resulta indispensable para la digestión. Lo encontramos en la sal, los lácteos y las algas.
Desequilibrio electrolítico

Existen muchas causas de un desequilibrio electrolítico, entre ellas:
·        Pérdida de fluidos corporales por períodos prolongados con vómitos, diarrea, sudoración o fiebre alta
·        Dieta inadecuada y falta de vitaminas de los alimentos
·        Malabsorción: el cuerpo no puede absorber estos electrolitos debido a distintos trastornos estomacales, medicamentos, o por la forma en que se ingieren los alimentos
·        Trastornos hormonales o endocrinológicos
·        Enfermedad renal
·        Una complicación de la quimioterapia es el síndrome de lisis tumoral. Esto ocurre cuando el cuerpo destruye las células tumorales rápidamente después de la quimioterapia y baja el nivel de calcio en sangre, aumenta el nivel de potasio en sangre y se producen otras anormalidades electrolíticas.
Ciertos medicamentos pueden causar un desequilibrio electrolítico, como por ejemplo:
·        Medicamentos para quimioterapia (cisplatino)
·        Diuréticos (furosemida[Lasix] o bumetanida[Bumex])
·        Antibióticos (amfotericina B)
·        Corticosteroides (hidrocortisona)
Síntomas de desequilibrio electrolítico
·        Como se describió anteriormente, un desequilibrio electrolítico puede crear muchos síntomas. Estos síntomas se basan en el nivel de electrolito afectado.
·        Si los resultados del análisis de sangre indican niveles alterados de potasio, magnesio, sodio o calcio, puede experimentar espasmos musculares, debilidad, espasmos o convulsiones.
·        Los niveles bajos en los resultados de los análisis de sangre pueden provocar: latidos irregulares, confusión, cambios en la presión sanguínea, trastornos del sistema nervioso o a largo plazo, en los huesos.
·        Los niveles altos en los resultados de los análisis de sangre pueden provocar: debilidad o espasmos musculares, entumecimiento, fatiga, latidos irregulares y cambios en la presión arterial.
Diagnostico del desequilibrio electrolítico

Por lo general, un desequilibrio electrolítico se diagnostica según la información que se obtiene mediante:
·        La historia de los síntomas.
·        Un examen físico del médico.
·        Resultados de análisis de orina y sangre.
·        Si hay otras anormalidades basadas en estos estudios, el médico puede sugerir exámenes más exhaustivos, como un electrocardiograma. (Los niveles muy altos o bajos de potasio, magnesio y/o sodio pueden afectar el ritmo cardíaco).
·        Si el desequilibrio electrolítico se produce por problemas renales, el médico puede solicitar una ecografía o una radiografía de los riñones.


Tratamiento del desequilibrio electrolítico:
·        Identificar y tratar el problema subyacente que causa el desequilibrio electrolítico.
·        Fluidos intravenosos, reemplazo de electrolitos.
·        Un desequilibrio electrolítico menor se puede corregir con cambios en la dieta. Por ejemplo, realizar una dieta rica en potasio si tiene niveles bajos de potasio, o restringir la ingesta de agua si el nivel de sodio en la sangre es bajo.
Valores normales en adultos

Calcio:
4,5-5,5 mEq/L
Cloruro:
97-107 mEq/L
Potasio:
3,5-5,3 mEq/L
Magnesio:
1,5-2,5 mEq/L
Sodio:
136-145 mEq/L
SODIO
Elemento químico, símbolo Na, número atómico 11 y peso atómico 22.9898. Es un metal suave, reactivo y de bajo punto de fusión, con una densidad relativa de 0.97 a 20ºC (68ºF). Desde el punto de vista comercial, el sodio es el más importante de los metales alcalinos.

El sodio ocupa el sexto lugar por su abundancia entre todos los elementos de la corteza terrestre, que contiene el 2.83% de sodio en sus formas combinadas. El sodio es, después del cloro, el segundo elemento más abundante en solución en el agua de mar. Las sales de sodio más importantes que se encuentran en la naturaleza son el cloruro de sodio (sal de roca), el carbonato de sodio (sosa y trona), el borato de sodio (bórax), el nitrato de sodio (nitrato de Chile) y el sulfato de sodio. Las sales de sodio se encuentran en el agua de mar, lagos salados, lagos alcalinos y manantiales minerales.

El sodio reacciona con rapidez con el agua, y también con nieve y hielo, para producir hidróxido de sodio e hidrógeno. Cuando se expone al aire, el sodio metálico recién cortado pierde su apariencia plateada y adquiere color gris opaco por la formación de un recubrimiento de óxido de sodio. El sodio no reacciona con nitrógeno, incluso a temperaturas muy elevadas, pero puede reaccionar con amoniaco para formar amida de sodio. El sodio y el hidrógeno reaccionan arriba de los 200ºC (390ºF) para formar el hidruro de sodio. El sodio reacciona difícilmente con el carbono, si es que reacciona, pero sí lo hace con los halógenos. También reacciona
Función fisiológica
  • Regula el equilibrio hídrico del cuerpo.
  • Regula la presión osmótica intercelular.
  • Forma parte del equilibrio ácido - base.
  • Participa en la transmisión de los estímulos y la contracción muscular.
  • Influye sobre la asimilación de glucosa y aminoácidos en la mucosa intestinal y en las células.
Sodio en sangre
 La determinación de sodio en la sangre se utiliza para detectar hiponatremia (sodio bajo) o hipernatremia (sodio elevado) asociadas a deshidratación, edema u otra gran variedad de procesos. El médico puede solicitar esta prueba juntamente con otros electrolitos para el cribado de un desequilibrio electrolítico. Puede solicitarse para determinar si existe alguna enfermedad o proceso que implique el cerebro, pulmones, hígado, corazón, riñones, glándula tiroides o adrenal que esté causado o se vea exacerbado por una deficiencia o un exceso de sodio. En pacientes con un desequilibrio electrolítico conocido, puede solicitarse la determinación de sodio en sangre a intervalos regulares para monitorizar la efectividad del tratamiento. También puede solicitarse para monitorizar a pacientes que estén tomando algún tipo de medicación que pueda afectar al sodio, como los diuréticos. La concentración de sodio en la orina suele determinarse en pacientes que tienen una concentración anormal de sodio en la sangre para saber si la causa del desequilibrio se debe a una ingesta desmesurada de sodio o a una gran pérdida. El sodio en la orina también se utiliza para ver si una persona con tensión arterial alta ingiere demasiada cantidad de sal. Se determina a menudo en personas con problemas renales para ayudar al médico a determinar la causa de estos problemas y para guiar el tratamiento.
Utilidad Clínica.
Esta prueba forma parte habitualmente del perfil de determinaciones de rutina de un laboratorio. Es uno de los electrolitos de la sangre, los cuales se suelen solicitar todos juntos. También se incluye en el perfil metábolico básico, muy usado cuando una persona tiene problemas de salud no específicos y en la monitorización de tratamientos que incluyan líquidos por vía intravenosa o cuando existe la posibilidad de deshidratación. Los perfiles de electrolitos y los perfiles metabólicos básicos se utilizan frecuentemente para monitorizar el tratamiento de determinadas enfermedades como tensión arterial elevada, insuficiencia cardiaca y enfermedad hepática y renal.
La prueba de sodio en sangre puede solicitarse cuando un paciente tiene síntomas de hiponatremia tales como debilidad, confusión y letargia o síntomas de hipernatremia tales como sed, disminución de la frecuencia urinaria, temblor muscular y/o agitación.
Hiponatremia.
Una concentración baja de sodio por debajo de lo normal, la cual normalmente se debe a demasiadas pérdidas de sodio, demasiada ingesta o retención de agua o por acumulación de fluidos en el organismo (edema). Si el sodio disminuye rapidamente, puede sentirse fatiga y debilidad; en casos severos, se puede experimentar confusión o incluso entrar en coma. Sin embargo, cuando el sodio disminuye lentamente puede no haber síntomas. Por esta razón se determina el sodio aunque no haya síntomas.
La hiponatremia raramente se debe a una disminución en la ingesta de sodio (ingesta deficitaria en la dieta o sodio deficiente en los líquidos de tratamiento intravenoso). Es más común que se deba a pérdidas de sodio (enfermedad de Addison, diarrea, sudor excesivo, administración de diuréticos o enfermedad renal). En algunos casos, puede deberse a un aumento de agua (demasiada ingesta, insuficiencia cardiaca, cirrosis, enfermedad renal que cursa con pérdida de proteínas [sindrome nefrótico]). En algunas enfermedades (particularmente aquellas en las que se ven involucradas el cerebro y los pulmones, algunso tipos de cáncer y con algunos fármacos), el organismo sintetiza demasiada hormona antidiurética lo que causa un aumento en la retención de agua.
Hipernatremia.
Representa una concentración elevada de sodio, casi siempre debida a una pérdida excesiva de agua (deshidratación) juntamente con una ingesta insuficiente. Los síntomas incluyen sequedad de las membranas mucosas, sed, agitación, incapacidad de descansar, actuar irracionalmente y coma o convulsiones si la concentración es extremadamente elevada. En casos raros, la hipernatremia puede deberse a un aumento de ingesta de sal en la dieta juntamente con una ingesta deficiente de agua, síndrome de Cushing o muy poca hormona anitdiurética (enfermedad llamada diabetis insípida).
La concentración de sodio en la orina debe evaluarse juntamente con la concentración sanguínea. Puede reflejar la concentración en la  sangre o puede ser opuesta. El organismo normalmente excreta el exceso de sodio por lo que la concentración en orina puede ser elevada debido a que también está elevada en sangre. La concentración de sodio en orina puede estar elevada cuando el organismo pierde demasiado sodio. En este caso, la concentración sanguínea suele ser normal o baja. Si el sodio es bajo por una ingesta insuficiente, la concentración en orina también será baja.
POTASIO
El potasio, del latín científico potassium, y éste del neerlandés pottasche, ceniza de pote, nombre con que lo bautizó Humphry Davy al descubrirlo en 1807, fue el primer elemento metálico aislado por electrólisis, en su caso del hidróxido de potasio (KOH), compuesto de cuyo nombre latino, Kalĭum, proviene el símbolo químico del potasio.
Es un elemento químico de la tabla periódica cuyo número atómico es 19. Es un metal alcalino, blanco-plateado que abunda en la naturaleza, en los elementos relacionados con el agua salada y otros minerales. Se oxida rápidamente en el aire, es muy reactivo, especialmente en agua, y se parece químicamente al sodio. Es un elemento químico esencial.
Constituye del orden del 2,4% en peso de la corteza terrestre siendo el séptimo más abundante. Debido a su solubilidad es muy difícil obtener el metal puro a partir de sus minerales. Aun así, en antiguos lechos marinos y de lagos existen grandes depósitos de minerales de potasio (carnalita, langbeinita, polihalita y silvina) en los que la extracción del metal y sus sales es económicamente viable.
Fisiología
El potasio, es el catión mayor del líquido intracelular del organismo humano. Está involucrado en el mantenimiento del equilibrio normal del agua, el equilibrio osmótico entre las células y el fluido intersticial[2] y el equilibrio ácido-base, determinado por el pH del organismo. El potasio también está involucrado en la contracción muscular y la regulación de la actividad neuromuscular, al participar en la transmisión del impulso nervioso a través de los potenciales de acción del organismo humano. Debido a la naturaleza de sus propiedades electrostáticas y químicas, los iones de potasio son más grandes que los iones de sodio, por lo que los canales iónicos y las bombas de las membranas celulares pueden distinguir entre los dos tipos de iones; bombear activamente o pasivamente permitiendo que uno de estos iones pase, mientras que bloquea al otro. [3] El potasio promueve el desarrollo celular y en parte es almacenado a nivel muscular, por lo tanto, si el músculo está siendo formado (periodos de crecimiento y desarrollo) un adecuado abastecimiento de potasio es esencial.

Potasio en la dieta

La ingesta adecuada de potasio puede ser generalmente garantizada al consumir una variedad de alimentos que contengan potasio, y la deficiencia es muy rara en individuos que consuman una dieta equilibrada. Los alimentos que son fuente alta de potasio incluyen: las hortalizas (brócoli, remolacha, berenjena y coliflor) y las frutas (los bananos, los plátanos y las de hueso, como uva, albaricoque, melocotón, cereza, ciruela, etc.), son alimentos ricos en potasio[11] . Las dietas altas en potasio pueden reducir el riesgo de hipertensión y la deficiencia de potasio combinada con una inadecuada ingesta de tiamina ha producido muertes en ratones experimentales.[12]
Los suplementos de potasio en medicina son usados en la mayoría en conjunto con diuréticos de asa y tiazidas, una clase de diuréticos que disminuye los niveles de sodio y agua corporal cuando esto es necesario, pero a su vez causan también perdida de potasio en la orina. Individuos nefrópatas o que sufran de enfermedad renal, pueden sufrir efectos adversos sobre la salud al consumir grandes cantidades de potasio.

Absorción, filtración y excreción

El potasio es absorbido de forma rápida desde el intestino delgado. Entre 80 y 90% del potasio ingerido es excretado en la orina, el resto es perdido en las heces. Los riñones mantienen los niveles normales de potasio en suero a través de su habilidad de filtrar, reabsorber y excretar potasio bajo la influencia de la hormona aldosterona. [5] Conjuntamente con el sodio, ambos regulan el balance entre fluidos y electrolitos en el organismo, ya que son los principales cationes del líquido intracelular (potasio) y extracelular (sodio) de los fluidos corporales totales del organismo. La concentración del sodio en el plasma es cerca de 145 meq/L, mientras que la del potasio es de 3,5 a 4,5 meq/L (en plasma). El plasma es filtrado a través de los glomérulos de los riñones en cantidades enormes, cerca de 180 L/día[6] . Diariamente el sodio y potasio ingerido en la dieta debe ser reabsorbido; el sodio debe ser reabsorbido tanto como sea necesario para mantener el volumen del plasma y la presión osmótica correctamente, mientras que el potasio debe ser reabsorbido para mantener las concentraciones séricas del catión en 4,8 meq/L (cerca de 190 miligramos) (6). La bomba de sodio debe mantenerse siempre operativa para conservar el sodio. El potasio debe ser conservado algunas veces, pero dado que las cantidades de potasio en plasma son tan pequeñas, y la concentración de potasio a nivel celular es cerca de tres veces más grande, la situación no es tan crítica para el potasio. Dado que el potasio se transporta pasivamente[7] [8] en respuesta a un flujo contrario al sodio, la orina nunca puede disminuir las concentraciones de potasio en suero, excepto algunas veces donde se observe una excreción activa de agua. El potasio es secretado doblemente y reabsorbido tres veces antes de que la orina alcance los túbulos colectores del riñón.[9] A este punto usualmente se alcanza la misma concentración en plasma. Si el potasio fuese eliminado de la dieta, obligaría al riñón a una excreción mínima de potasio alrededor de 200 mg/día cuando el potasio en suero decline a 3,0 meq/L en una semana aproximadamente.[10] La bomba de sodio/potasio es un mecanismo por el cual se consiguen las concentraciones requeridas de iones K+ y Na+ dentro y fuera de la célula —concentraciones de iones K+ más altas dentro de la célula que en el exterior— para posibilitar la transmisión del impulso nervioso.

Utilidad Clínica

El rango normal de potasio en el organismo oscila entre 3,7 y 5,2 mEq/L.
Una disminución importante en los niveles de potasio sérico (inferior 3,5 meq/L) puede causar condiciones potencialmente fatales conocida como hipokalemia, con resultado a menudo de situaciones como diarrea, diuresis incrementada, vómitos y deshidratación. Los síntomas de deficiencia incluyen: debilidad muscular, fatiga, astenia, calambres, a nivel gastrointestinal: íleo, estreñimiento, anormalidades en el electrocardiograma, arritmias cardiacas, y en causas severas parálisis respiratorias y alcalosis.[4]
Los niveles bajos de potasio pueden deberse a:
La Hiperkalemia, o aumento de los niveles de potasio por encima de 5,5 meq/L, es uno de los trastornos electrolíticos más graves y puede ser causado por aumento del aporte (oral o parenteral: vía sanguínea), redistribución (del liquido intracelular al extracelular) o disminución de la excreción renal. Por lo general, las manifestaciones clínicas aparecen con niveles mayores a 6,5 meq/L, siendo las principales: cardiovasculares: con cambios en el electrocardiograma, arritmias ventriculares y asístole (paro cardíaco), a nivel neuromuscular: parestesias, debilidad, falla respiratoria y a nivel gastrointestinal náuseas y vómitos.[4]
En la insuficiencia renal crónica, los pacientes que se encuentran bajo tratamiento recibiendo diálisis renal deben recibir una dieta estricta en el contenido de potasio aportado, dado que los riñones controlan la excreción de potasio, la acumulación de potasio serico por falla renal, puede causar problemas fatales como una arritmia cardiaca fatal. La hipercalemia aguda puede ser reducida a través de tratamiento con soda vía oral,[13] glucosa,[14] [15] hiperventilación[16] y perspiración.[17]
Los niveles altos de potasio (hipercaliemia) pueden deberse a:
CLORO
El cloruro es una molécula cargada negativamente, es el principal anión del liquido extracelular donde se encuentra el 80% del cloruro total del cuerpo, representa dos terceras partes de los aniones del cuerpo. Funciona con otros electrolitos, como el potasio, la sal (el sodio) y el dióxido de carbono (CO2) para ayudar a conservar el equilibrio apropiado de líquidos corporales y mantener el equilibrio ácido-básico del cuerpo. También es importante para la producción del acido clorhídrico por las células parietales del estomago.
Fuentes alimenticias   
El cloruro se puede encontrar en la sal de cocina o en la sal de mar como cloruro de sodio, al igual que en muchas verduras. Los alimentos con mayores contenidos de cloruro son, entre otros, las algas marinas, el centeno, los tomates, la lechuga, el apio y las aceitunas. El cloruro de potasio se encuentra en la mayoría de alimentos y es generalmente el ingrediente principal en los sustitutos de la sal.
Al parecer, unas vez que se ingiere el cloruro de la dieta, es absorbido en el íleon y en cantidades mayores en el colon, donde se intercambia por bicarbonato. Su absorción no es un proceso activo, el cual parece ligarse con el de sodio. Cuando los cambios en las concentraciones de cloro son proporcionales a los de sodio, indican variaciones del equilibrio hídrico. Cuando los cambios en la concentración son independiente a los de sodio por lo general se trata de un desequilibrio acido básico.
El examen de cloruro en suero mide la cantidad de cloruro en la porción líquida de la sangre. Existen medicamentos que pueden incrementar las mediciones del cloruro dentro de los cuales podemos señalar:
  • Acetazolamida
  • Cloruro de amonio
  • Andrógenos
  • Cortisona
  • Estrógeno
  • Guanetidina
  • Metildopa
  • Medicamentos antinflamatorios no esteroides (AINES)
Los medicamentos que pueden disminuir las mediciones de cloruro sérico abarcan:
  • Aldosterona
  • Bicarbonatos
  • Ciertos diuréticos
Fisiopatología
   Un rango típico normal es de 96 a 106 miliequivalentes por litro (mEq/L).

Un nivel de cloruro superior a lo normal se denomina hipercloremia y puede deberse a:
  • Ciertos medicamentos, incluyendo inhibidores de la anhidrasa carbónica (utilizada para tratar el glaucoma)
  • Deshidratación
  • Acidosis metabólica
  • Alcalosis respiratoria
  • Acidosis tubular renal
  • Demasiado bromuro
Un nivel de cloruro inferior a lo normal se denomina hipocloremia y puede deberse a:


Regulación hormonal de los electrolitos
Aldosterona: es el mineralcorticoide más potente producido por las suprarrenales. Causa retención de Na y pérdida de K. La aldosterona causa en el riñón la transferencia de Na desde la luz del túbulo distal hacia las células tubulares en intercambio con K e hidrógeno. El mismo efecto se produce en las glándulas salivares, las glándulas sudoríparas y las células de la mucosa intestinal y en los intercambios entre los líquidos intracelulares y extracelulares.
La secreción de aldosterona es regulada por el mecanismo de renina-angiotensina y en menor medida por la ACTH. La renina, una enzima proteolítica, se almacena en las células yuxtaglomerulares del riñón. La reducción del volumen y el flujo sanguíneo en las arteriolas renales aferentes induce la secreción de renina. La renina causa en el hígado la transformación del angiotensinógeno (una globulina a2) en angiotensina I, un polipéptido de 10 aminoácidos, el cual es convertido a angiotensina II (un polipéptido de 8 aminoácidos). La angiotensina II origina la secreción de aldosterona y, en menor medida, la secreción de cortisol y de desoxicorticosterona. La retención de Na y agua producida por el aumento de la secreción de aldosterona aumenta el volumen sanguíneo y reduce la secreción de renina. La aldosterona se determina mediante radioinmunoensayo

Hormona antidiurética (ADH; Vasopresina): es un octapéptido que tiene como misión principal la regulación de las pérdidas renales de agua. Los impulsos neurales que desencadenan la liberación de ADH son activados por cierto número de estímulos diferentes. El estímulo fisiológico primario es la osmolalidad plasmática, hasta el punto de que variaciones de un 1% son capaces de inducir cambios en la liberación de ADH. Este es mediado por osmorreceptores localizados en el hipotálamo. Otro estímulo importante es el cambio del volumen circulatorio que es detectado por barorreceptores localizados en el corazón y otras regiones del sistema vascular (aurícula izquierda para la presión baja y, en la aorta y seno carotídeo para la presión alta). Una disminución del volumen plasmático se corresponderá con un aumento de la liberación de ADH y viceversa, pero la sensibilidad de este estímulo es menor que la de la osmolalidad, ya que se necesitan disminuciones de hasta un 10-15% para estimular la liberación de ADH.


La ADH puede modificar las concentraciones plasmáticas de los electrolitos al modificar el volumen plasmático, ya sea por retención  o eliminación del agua corporal al actuar sobre los túbulos colectores renales.

Insulina: incrementa la permeabilidad de muchas células al potasio, fosforo y magnesio. El efecto sobre el potasio es clínicamente importante, activa la sodio-potasio ATP asa  incrementando el flujo de potasio intracelular y depleción del potasio extracelular, una inyección de insulina puede ocasionar la muerte a un paciente a causa de una aumento excesivo de potasio intracelular y disminución severa de los niveles sérico de potasio extracelular.

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