lunes, 19 de marzo de 2012

Cistitis.


Cistitis es el nombre de la infección urinaria que acomete a la vejiga, normalmente causada por la bacteria E. coli. Sepa cómo surge y cuáles son sus síntomas y tratamientos.


¿Qué es la cistitis?

La infección urinaria es una enfermedad extremadamente común, principalmente en el sexo femenino. Cerca del 60% de las mujeres adultas ya tuvieron por lo menos un episodio de infección del tracto urinario (ITU) durante la vida.

Existen tres tipos de infección urinaria:

Cistitis = infección de la vejiga.
Pielonefritis = infección de los riñones.
Uretritis = infección de la uretra.

La cistitis, tema de este texto, es una inflamación de la vejiga (y también de la uretra en muchos casos) causada por una infección bacteriana. La cistitis es habitualmente una enfermedad de simple tratamiento, no obstante puede ser dolorosa e incómoda.

La infección de la vejiga puede tornarse un grave problema de salud si la bacteria se propaga hacia los riñones, lo que llamamos de pielonefritis. Mientras la cistitis es una enfermedad simple, la pielonefritis puede conducir a una sepsis y consecuentemente a la muerte por infección generalizada. En general, la pielonefritis ocurre cuando las bacterias que están en la vejiga logran subir hasta los riñones a través de los uréteres.

Mientras los hombres, en general, apenas presentan infecciones urinarias en los extremos de la edad (niños pequeños y ancianos), las mujeres pasan la vida entera bajo riesgo de infección. Para descubrir el porqué de esta diferencia es necesario comprender un poco la anatomía del sistema urinario. Es lo que explicaremos a continuación.

¿Cómo se adquiere la infección urinaria?

En realidad, la expresión «adquirir infección urinaria» no es la más apropiada, pues la cistitis no es una enfermedad contagiosa que se transmite de una persona a otra.

Más del 80% de las infecciones urinarias son causadas por una bacteria que vive en nuestro intestino, llamada de Escherichia coli (E. coli). La infección ocurre cuando esas bacterias, que deberían permanecer en el tracto intestinal, logran colonizar la región alrededor de la vagina. Las cepas de E. coli que causan infección urinaria son inofensivas si permanecen dentro del intestino, apenas causan enfermedad si afectan otros órganos del cuerpo, como la vejiga. Además de la E. coli, otras bacterias del tracto intestinal también pueden causar cistitis, entre ellas: Proteus mirabilis y Klebsiella pneumoniae.

La colonización de la región vaginal es el primer paso para el desarrollo de la cistitis. Las bacterias que vienen de los intestinos y que logran establecerse alrededor de la vagina tienen más facilidad de penetrar la uretra y alcanzar la vejiga.

Cistitis en los hombres x cistitis en las mujeres

Observe, en las figuras que aparecen abajo, la anatomía del tracto urinario inferior del hombre y de la mujer. Repare en dos aspectos: primero, la entrada de la uretra de la mujer se encuentra mucho más cerca del ano, respecto a la del hombre. Segundo, la uretra del hombre es más extensa, lo cual hace que la E. coli recorra un camino más largo hasta llegar a la vejiga.


Infección urinária
Anatomía del tracto urinario

Esto significa que anatómicamente es mucho más fácil alcanzar la vagina que el pene para las bacterias procedentes del ano. Esta ventaja anatómica puede ser anulada en caso de sexo anal activo (homo o heterosexual), ya que durante la penetración anal la uretra del pene queda en contacto directo con las bacterias intestinales.

Con todo, incluso en los hombres que practican sexo anal, la cistitis no es una enfermedad común. Además de la barrera anatómica, existen otros factores que dificultan la cistitis en el sexo masculino. La región alrededor de la uretra masculina es un área menos húmeda que en las mujeres, lo que dificulta la colonización por bacterias. Además, en el líquido prostático, eliminado durante el acto sexual, hay sustancias antibacterianas. Por lo tanto, siempre que un hombre adulto presenta más de un episodio de infección urinaria, debe pensarse en alguna alteración anatómica, como enfermedades de la próstata o lesiones de la vejiga.

¿Cómo evitar infecciones urinarias?

La mayoría de las personas suele pensar que, si la cistitis surge cuando las bacterias normalmente encontradas en las heces colonizan la región vaginal, apenas hay que lavar bien la vagina y la región alrededor de la misma para matar esas bacterias intrusas e impedir la infección. La cistitis sería, por lo tanto, una enfermedad de gente que no se lava bien. Este razonamiento está EQUIVOCADO. En la medicina, no siempre lo más lógico es lo que sucede.

Vamos a los hechos. La vagina de las mujeres presenta su propia flora de bacterias, que son inofensivas. Para que una bacteria procedente del ano colonice esa región, necesita competir con las que ya viven en dicha región. Cuando se hace una higiene íntima excesiva, matamos la flora natural de la vagina, facilitando mucho el proceso de colonización de los gérmenes que están por llegar. Lo que más quiere la E. coli es llegar a la región alrededor de la vagina y poder multiplicarse a gusto sin tener que “pelear” con otras bacterias por espacio y alimento.

Tener cistitis no significa tener malos hábitos de higiene. En realidad, los dos extremos favorecen la infección urinaria: poca higiene o mucha higiene.

Sabiendo cómo surgen las infecciones de la vejiga, podemos ahora ofrecer algunas sugerencias para evitarlas:

  • Higiene íntima con moderación. Debe prestarse especial atención a la limpieza después de las evacuaciones. Quien usa papel higiénico debe siempre realizar la limpieza de frente hacia atrás, es decir en dirección contraria a la vagina.
  • Nunca realice ducha vaginal. Ese procedimiento empuja las bacterias en dirección a la vejiga y favorece el aparecimiento de cistitis. La ducha anal puede ser usada, pero lo ideal es darse una ducha después de la evacuación.
  • Tenga preferencia por las duchas, evite darse baños en bañeras.
  • Evite desodorantes en spray en el área genital o cualquier otro producto de limpieza que pueda irritar la vagina.
  • Siempre orine después de la relación sexual. El coito favorece la entrada de bacterias en la uretra y el acto de orinar ayuda a expulsarlas
  • Ingiera líquidos en abundancia para orinar con frecuencia, «lavando» las bacterias de la vejiga y la uretra.
  • No use condones que contengan espermicidas, pues éstos no presentan mayor eficacia y más bien aumentan el riesgo de cistitis (lea: CONDÓN | Cómo colocar el condón). Lo mismo vale para los diafragmas.
  • El uso indiscriminado de antibióticos puede alterar la flora natural de la vagina, facilitando las infecciones.
  • Las mujeres en la menopausia deben usar cremas vaginales a base de estrógeno para reducir el resecamiento de la mucosa vaginal. La mucosa reseca favorece el surgimiento de lesiones, que a su vez propician la fijación de las bacterias. 

¿Cuáles son los factores de riesgo de la cistitis?

Pese a tener todos los cuidados, algunas personas presentan una predisposición hacia las infecciones urinarias. Algunas mujeres tienen infección urinaria de repetición, con varios episodios durante el año. Entre los factores que pueden aumentar el riesgo de cistitis, podemos citar:

  • Diabetes Mellitus.
  • Vida sexual activa. Cuantas más relaciones sexuales por semana, mayor riesgo.
  • Nueva pareja sexual.
  • Factores genéticos y antecedentes familiares de cistitis.
  • Presencia de sonda vesical.
  • Incontinencia urinaria.
  • Enfermedades de la próstata.


Síntomas de la cistitis

La infección de la vejiga causa algunos síntomas típicos:

  • Ardor al orinar, llamado de disuria.
  • Urgencia para orinar y dificultad de contener la orina.
  • Ganas de orinar incluso con la vejiga vacía.
  • Sensación de pesadez en el estómago.
  • Presencia de sangre en la orina, llamado de hematuria

Fiebre baja y dolor lumbar también pueden ocurrir, no obstante siempre que esos síntomas surjan debe pensarse en pielonefritis, principalmente si la fiebre es alta y está acompañada de vómitos, pérdida del apetito y mal estar general.

Algunas personas asocian una orina con olor fuerte a la infección urinaria. Eso, la mayoría de las veces, no es real. La principal causa del olor fuerte es una orina muy concentrada (lea: ORINA CON OLOR FUERTE). Si su orina está con un amarillo muy fuerte y con mal olor, usted debe ingerir más líquidos. Normalmente eso resuelve el problema y ayuda a evitar la formación de cálculos renales.

En hombres jóvenes con disuria es siempre importante pensar en ETS como diagnóstico diferencial, ya que en este grupo este tipo de infección es más común que la cistitis.

En hombres ancianos, las enfermedades de la próstata pueden causar síntomas semejantes, además de ser un factor de riesgo para la propia infección urinaria.


Diagnóstico de la cistitis

En la inmensa mayoría de los casos, el diagnóstico de la cistitis es clínico y la mayoría de los médicos prescribe el tratamiento sin solicitar ningún tipo de examen. Si hubiese facilidad, se puede solicitar un rápido análisis de orina para confirmar la presencia de pus (lea: ANÁLISIS DE ORINA | Examen de orina), pero esto no es estrictamente necesario.

El examen definitivo para la infección urinaria es el cultivo de orina. Sin embargo, como el examen demora entre dos y tres días para estar listo, y el cuadro clínico suele ser muy característico, en la cistitis se torna un examen casi siempre innecesario. El urocultivo es mucho más importante en el caso la pielonefritis que en el caso de la cistitis.

La mayoría de los médicos trata la cistitis sin solicitar un urocultivo. Sólo en los casos de cistitis de repetición, infecciones en hombres o cuando hay dudas en relación al diagnóstico es que el urocultivo es importante.

No debe pedirse urocultivo en personas sin síntomas (excepto en las embarazadas, explico el porqué más adelante). Algunas personas presentan bacterias en su orina sin necesariamente desarrollar cistitis. Este cuadro es llamado de bacteriuria asintomática. Por lo tanto no se pide urocultivo y no se indica tratamiento para las personas sin síntomas de infección urinaria. El tratamiento en esos casos no trae beneficio alguno y más bien facilita el desarrollo de bacterias resistentes a los antibióticos.

Tratamiento de la cistitis

Toda cistitis debe SIEMPRE ser tratada con antibióticos para evitar recurrencias y evolución hacia la pielonefritis. En general, apenas tres días son suficientes. Los medicamentos más usados son el Bactrim® (Sulfametoxazol + Trimetoprima), uno de los antibióticos de la familia de las quinolonas (en general ciprofloxacina o norfloxacina), un derivado de la penicilina (por 5 días) o nitrofurantoína (por 7 días).

En los hombres, el tratamiento debe realizarse siempre por al menos 7 días.

Algunos medicamentos muy prescritos para la cistitis como el Cystex y la Pyridium no tienen efecto antibiótico y sirven apenas para aliviar temporalmente los síntomas de la infección urinaria. Para tratar de verdad la cistitis es necesario eliminar la bacteria, y eso sólo es posible con antibióticos.

Pese a todos los cuidados listados en este texto, algunas mujeres presentan infecciones urinarias de repetición. Son en general personas con predisposición genética. Algunas se benefician con la toma de un comprimido de antibiótico después de las relaciones sexuales. En los casos más graves, con varias infecciones urinarias por año, puede ser necesario el uso prolongado (hasta un año) de antibióticos.

Para quien tiene preferencia por medicamentos naturales, una fruta llamada arándano, de la familia de las moras, comprobadamente reduce el riesgo de infecciones. Se puede tomar en jugo o zumo o comprar píldoras que ya están a la venta en algunas farmacias.

Otra opción para la prevención de la cistitis es el Uro-Vaxom, una especie de vacuna con 16 cepas diferentes de E. coli. Parece que el uso de este medicamento durante tres meses reduce la ocurrencia de cistitis. Es importante destacar que este medicamento sólo funciona en aquellos que tienen infecciones de repetición por la E. coli. Si otra bacteria fuese la responsable por las cistitis, la vacuna no tendrá efecto.

Infección urinaria en embarazadas

La presencia de infección urinaria en embarazadas está asociada al parto prematuro y a bebés con bajo peso al nacer. Por lo tanto, incluso las gestantes con bacteriuria asintomática deben ser tratadas.

Las quinolonas (ciprofloxacina y norfloxacina) son contraindicadas en el embarazo y el Bactrim debe ser evitado, principalmente en el primer trimestre. Las mejores elecciones son la nitrofurantoína, fosfomicina o amoxicilina + ácido clavulánico.


Autor del artículo
Dr. Pedro Pinheiro. Médico egresado de la Universidad Federal de Río de Janeiro (UFRJ) en 2002. Diploma reconocido por la Universidad de Oporto, Portugal. Título de especialista en Medicina Interna de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) en 2005. Título de nefrólogo de la Universidad del Estado de Río de Janeiro (UERJ) y de la Sociedad Brasileña de Nefrología (SBN) en 2007. Título de Nefrólogo del Colegio Portugués de Nefrología.




No hay comentarios:

Publicar un comentario